Los términos "ataque de pánico" y "ataque de ansiedad" a menudo se usan indistintamente, pero técnicamente se refieren a dos tipos diferentes de experiencias.
Un ataque de ansiedad es una respuesta de miedo o preocupación intensa a una situación percibida como amenazante o estresante. Los síntomas pueden incluir sudoración, palpitaciones, temblores, tensión muscular, respiración rápida o dificultad para respirar, mareo o náuseas, entre otros. A diferencia de un ataque de pánico, los síntomas de un ataque de ansiedad pueden desarrollarse gradualmente y durar más tiempo.
Un ataque de pánico, por otro lado, es una experiencia súbita e intensa de miedo o malestar físico que alcanza su punto máximo en cuestión de minutos. Los síntomas pueden incluir sudoración, palpitaciones, temblores, sensación de ahogo o asfixia, dolor en el pecho, mareo o sensación de desmayo, entre otros. Los ataques de pánico a menudo ocurren sin una causa aparente y pueden llevar a las personas a sentir que están perdiendo el control o que están teniendo un ataque cardíaco.
Ambos tipos de experiencias pueden ser muy difíciles de manejar y pueden interferir significativamente en la vida cotidiana de una persona.
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